Creo que definitivamente tengo un problema con el papel en blanco, en este caso la pantalla en blanco. Y más todavía cuando Blogger ha decidido cambiar la estructura de la edición de entradas y parece un puñetero Word, si quisiera escribir en Word escribiría en Word... maldito Blogger! A parte de eso, en mi defensa diré que estas han sido unas semanas bastante difíciles y he evitado cualquier intento de escribir para no caer en el dramatismo emo. Hoy voy a escribir sobre dos películas, El Incidente y Gravity. Ésta última en una entrada aparte pues creo que lo merece, o no...
En cuanto a El Incidente, debo señalar que la vi desde el mayor escepticismo del mundo y puede que no sea del todo objetiva, pero como todo en esta vida, se debe a la calidad de las circunstancias. Ese día en especial, las circunstancias me sacaron de la cama a las siete y media, como es habitual, con un detalle algo inhabitual: desde la cama podía escuchar gotas de "lluvia" desde el salón, ni siquiera me pareció extraño que por mi ventana no lloviese. No me lo tengáis en cuenta, pero tengo que prepararme la ropa por la noche porque por la mañana no se ni sumar dos más dos. Salí de la habitación para mirar el tiempo que hacía por la terraza cuando me percaté de que el chisporroteo de las gotas de lluvia procedía de la cocina. Lentamente me asomé a la minúscula cocina de mi piso y experimenté un despertar único, un espabile automático, un resorte activado: la cocina se estaba quemando. Quemando, ardiendo. Ardiendo bien. En menos de cinco segundos estudié la situación desde el marco de la pared; mi compañera de piso, igual de empanada que yo, había dejado el café haciéndose mientras bajaba al perro. Con la diferencia de que en vez de encender el fuego correspondiente al lugar que ocupaba la cafetera, encendió el otro. En el otro fuego había una olla con arroz, con una cuchara de madera dentro y con un trapo tapando la olla. Apagué la placa y llamé a mi compañera por teléfono, según ella con una actitud muy fría...como si no pasase nada. Pero sí. Cuando llegó, tapamos el trapo ardiendo con una toalla y lo echamos al suelo, donde lo pisamos como si fuesen uvas. Y nos fuimos a clase. Si ahí terminara la historia, tal vez habría visto la película con un poquito más de interés, pero no, no acabó ahí. Más o menos a las tres horas del incidente (porque eso SÍ fue un incidente y no lo de Shyamalan), llegué al piso, despreocupada, feliz, empanada y tal. Cuando abrí la puerta, una tromba de humo gris se me echó encima, ni siquiera había entrado al piso cuando ya empecé a toser como una loca y a llorar como si se me hubiera borrado la biblioteca entera del iTunes. La toalla y el trapo que durante tanto tiempo habíamos pisado y asegurado echaba humo como si le fuese la vida en ello. Sin poder casi ni respirar corrí hacia el baño y agarré la todavía húmeda alfombrilla, hice una bola con los trapos incandescentes y lo lancé a la terraza. La casa se mantuvo llena de humo al menos dos días y el olor a chasca de gitano nos acompañó durante más de una semana. Y eso que hicimos todos los trucos que encontramos en internet para neutralizarlo, no los intentéis, es una pérdida de tiempo.
Esa noche, entre mis sábanas con olor a campamento de boy scouts me dispuse a ver El Incidente, pensando de primeras que ya podía superar al vivido en mis carnes hacía apenas unas horas. Y obviamente, no lo superó, ni se acercó. Los primeros diez minutos de película me parecieron bien, Mark Wahlberg haciendo de tío enrrollado y cultivado, Zoey Deschanel portándose como una pequeña furcia en su relación sentimental e intentando parecer preocupada... No había quién se lo creyera, pero aguanté el tipo. Aguanté hasta que en el minuto 10 un personaje random nos dice el por qué de tanto suicidio colectivo. Ah sí, la película trata de eso, de repente un día a la gente se le pira la pinza y empiezan a sucederse suicidios en masa por causas desconocidas y súper misteriosas. Bien, pues como iba diciendo, ese misterio y suspense se mantiene 10 minutos: las plantas y los árboles nos odian. Y así, y el resto de la película se la pasan HUYENDO DE LAS PUTAS FLORES. No os he destripado la película, ésta se destripa por sí sola. En mi opinión deberían haber mantenido el suspense más tiempo y haber comenzado con otro punto de giro más sutil.
Poco más tengo que decir de esta película. Para mí, una gran cagada de M.Night Shyamalan que no consiguió superar el incendio de mi cocina y por supuesto queda muy lejos de la calidad de El Sexto Sentido; la cual pudo ser la culpable también de mis altas expectativas con respecto a esta película. A pesar de las bajísimas y comprensibles notas que la valoran en páginas web específicas.
Por tanto, no es que os recomiende que prendáis fuego a vuestra cocina, pero antes que ver esta película teneís millones de cosas mejores y más emocionantes que hacer.
Podrías aprovechar para poner el lavavajillas o salir a dar un paseo.
Podrías aprovechar para poner el lavavajillas o salir a dar un paseo.
No sé como pretendían que las plantas diesen mal rollo, simplemente no se puede.
O puede que sí se pueda pero así, definitivamente NO.
O puede que sí se pueda pero así, definitivamente NO.
Querido Shyamalan, tu película queda galardonada con CAGADA DE PELÍCULA.
Espero que tengas más suerte la próxima vez.
Espero que tengas más suerte la próxima vez.
¡¡A ver si hacemos que este blog vaya creciendo poco a poco!!
Gracias por leerme :)